raton derecho

domingo, 8 de julio de 2012

Un respiro ante la crisis de vocaciones


Más de un centenar de sacerdotes acompañó ayer al albaceteño Juan Iniesta en la ceremonia de su ordenación sacerdotal. Nadie pudo disimular la emoción, ni el obispo Ciriaco Benavente, que presidió la celebración, ni su maestro, el rector Pedro Ortuño. La familia, que estos últimos años ha visto cómo acababa la carrera de Medicina para virar hacia el Seminario, compañeros de facultad, amigos de la parroquia del Pilar y religiosos de todas las nacionalidades, muchos de ellos compañeros de formación en Roma, también se sumaron a una ceremonia catedralicia cada vez más inusual en la Diócesis de Albacete.
Y es que hace ya un lustro que el Seminario Mayor tuvo que cerrar. Esta decisión vino motivada por un descenso en el número de vocaciones que no acaba de remontar. De hecho, el caso del presbítero Juan Iniesta responde a un nuevo patrón. Si durante medio siglo pasaron dos mil alumnos por el seminario de Albacete y solo se ordenaron 180 sacerdotes, ahora las vocaciones son infinitamente menos, pero mucho más maduradas.
Juan Iniesta gestó su vocación durante años. Esperó a acabar la carrera de Medicina para entrar en el Seminario Mayor, donde ha podido constatar que no ha errado en su cambio de rumbo. Pero también está el caso de Fernando Zapata, compañero en el Seminario de Alicante -donde se forman ahora los albaceteños- que entró después de terminar la carrera de Arquitectura.
El caso es que el rector reconocía ayer que las perspectivas no son buenas. Antes de cerrar el seminario, éste recibía entre tres y cuatro nuevos alumnos todos los años, pero ahora es un goteo que, aunque constante, preocupa. En el mejor de los escenarios, la Catedral no volvería a ser testigo de la ordenación de un sacerdote hasta 2014.
Para siempre
Hay que tener en cuenta que la carrera sacerdotal implica un compromiso, lleno de sacrificios, que se asume de por vida. Tanto es así, que el obispo pide ahora a sus párrocos que, si su salud se lo permite, aguanten ejerciendo más allá de los 75 años. Una vez que se llega, el camino es duro, pero tampoco resulta sencillo iniciarlo. El seminario implica seis años de estudios filosóficos y teológicos durante los cuales se evalúa tanto al estudiante como a la persona. No debe caber duda de que la vocación es inquebrantable e, incluso, se piden informes para cerciorarse más allá de la versión del candidato, de que llega al seminario movido únicamente por la fe.
Juan Iniesta oficiará hoy su primera misa como sacerdote en El Pilar. Ha entrado convencido en una familia en la que son pocos, algo más de cien sacerdotes, el sueldo ni roza el mileurismo y la mayoría de sus compañeros supera con creces los 65 años. Sin embargo, está decidido a acabar sus estudios de bioética en Roma y regresar a la provincia para recorrer los kilómetros que sean necesarios. Y es que hace años que hay más parroquias que sacerdotes. Juan Iniesta no sabrá ni cuándo empieza su jornada ni cuándo termina, pero estas semanas ha tenido la oportunidad de repetir una otra vez que esto es lo que quiere.

No hay comentarios:

Publicar un comentario