ay ejemplos en los que la solidaridad no tiene precio. Máxime si se tiene en cuenta que a finales del pasado año, el 30% de los hogares de Albacete vivía ya por debajo del umbral de la pobreza y que, desde el inicio de la crisis, han aumentado un 34% los hogares que no perciben ingresos ni del trabajo ni de prestaciones por desempleo.
No es de extrañar por tanto que la tendencia de donaciones del Banco de Alimentos de Albacete (BAA) en este primer semestre del año haya sido ascendente, de tal forma que con el crecimiento del desempleo y del número de familias que no obtienen ningún tipo de ingresos ha subido en paralelo el número de personas atendidas y de instituciones benéficas que se acercan hasta el Banco de Alimentos en busca de comida. Si 2011 terminó con 7.576 beneficiarios a través de 122 entidades benéficas, el Banco de Alimentos ha cerrado el mes de junio de este año con más de 8.000 personas y unas 130 instituciones atendidas. De éstas, tal y como indica el presidente de esta organización sin ánimo de lucro, José Antonio García, el principal 'cliente' es Cáritas Diocesana, por ser la institución que mayor número de familias necesitadas atiende. El 20% restante se distribuye entre entidades benéficas de consumo -tienen comedores propios- como el Sagrado Corazón, el asilo de San Antón, residencias de mayores, pisos tutelados de menores, comunidades terapéuticas, etc.
Las situaciones y circunstancias de las familias albaceteñas se ha agravado tanto en estos seis meses que José Antonio García reconoce que el Banco de Alimentos se ha llegado a quedar «semivacío», aunque «no sé cómo sucede que al final, con las donaciones y las colectas, siempre nos recuperamos». El caso más reciente en este sentido han sido los 40.000 kilos de galletas, leche y pasta que el Banco de Alimentos de Albacete ha recibido de la primera fase del programa de ayuda de la Comunidad Europea para personas necesitadas en Albacete capital y su provincia. Mercancía que llegó el pasado 22 de junio «y que empezamos a repartir al día siguiente porque la gente está desesperada», confiesa el presidente de la institución.
García llega a calificar de «disparate» el aumento de las peticiones de alimentos en estos seis meses del año, poniendo como ejemplo que solo en Cruz Roja, los beneficiarios a los que asisten han pasado de 4.400 a 6.200. Esto ha originado que el BAA empeñe sus esfuerzos en incrementar el aprovisionamiento de más toneladas de alimentos hasta tal punto que la nave que construyó en 2006 en la lonja municipal «se nos ha quedado pequeñísima».
La recesión económica mundial también ha modificado el perfil de las personas atendidas por las instituciones que, a su vez, se benefician de los productos que recibe a diario el Banco de Alimentos. Si hace unos años los inmigrantes eran los principales usuarios de esta organización, ahora la mayoría son familias españolas que antes de estallar la crisis tenían una situación normal pero ahora «tienen muchas necesidades, especialmente de alimentos».
Pero si se echa un vistazo a la memoria anual que elabora el Banco de Alimentos, no solo el reparto de productos alimenticios ha subido en los últimos años, sino que no ha dejado de incrementarse desde que el BAA fue creado en esta ciudad. Tanto es así, que mientras en 1996 se recogieron 11.300 kilos de alimentos, en 2011 el Banco de Alimentos distribuyó más de un millón de kilos de productos, la mayoría de ellos fruta fresca -cítricos, manzanas, peras y otros-, y productos lácteos -leche fresca, esterilizada, desnatada, condensada, en polvo, etc. Por debajo de estos alimentos, que en ambos casos superaron el pasado año los 300.000 kilos, figuran también importantes cantidades de bollería -galletas, pan tostado, productos salados, patatas fritas, cortezas-, chocolates y bombones, pastas y arroz, sopas, aceites y grasas, vegetales en conserva -legumbres, cocinados, macedonias, guisos, judías y guisantes- y bebidas como agua, cerveza, sidra, soda, gaseosas, vino, zumos, etc.
Alimentos no caducados
Puede llamar la atención el hecho de que una gran parte de estos alimentos sean perecederos, pero la agilidad del Banco de Alimentos en la entrega de los mismos impide que llegue al consumidor final caducados. En este sentido, José Antonio García especifica que el Banco de Alimentos no admite alimentos caducados, sino aptos para el consumo. Pone como ejemplo los yogures, cuya fecha preferente de consumo nunca es superada por el Banco de Alimentos, porque siempre trata de que las instituciones se los lleven en cuanto la mercancías perecedera llega a la nave de la lonja municipal. En el caso de la fruta, producto que distribuye en grandes cantidades, el presidente del Banco de Alimentos explica que en cuanto reciben el aviso de que un día determinado llegará un camión lleno de sandías, «nosotros nos ponemos en contacto inmediato con las instituciones para que en los siguientes días, no más de cuatro o cinco, vengan a recogerlas».
¿Y de dónde salen todos estos alimentos? El aprovisionamiento del BAA procede de diferentes vías como el Fondo Español de Garantía Agraria, los intercambios entre bancos de alimentos, las empresas alimentarias de la provincia de Albacete, las colectas que se realizan en los supermercados y las campañas que se hacen de recogida en colegios y en asociaciones, estas últimas nuevas en 2011 porque desde el Banco de Alimentos también se ha detectado que, a menos consumo, menor producción, es decir «las empresas agroalimentarias están fabricando menos porque se están ajustando al consumo, lo que quiere decir que cada vez tienen menos excedentes». De ahí que desde el BAA centren las colectas en supermercados, hipermercados, colegios y asociaciones en la adquisición de productos de difícil donación -aceites, arroz, conservas...-, los mismos alimentos que llegarán a la nave del BAA en la segunda quincena de septiembre, procedentes de la segunda fase de la ayuda de la CE.
Asimismo, el BAA intenta promover convenios de colaboración como el que recientemente José Antonio García ha firmado con el director general de la Fundación Caja Rural de Albacete, Francisco Javier Martínez Ortuño, para la adquisición de alimentos.
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