(EUROPA PRESS) -
El delegado de Pastoral Social de la Diócesis Siguenza-Guadalajara, Braulio Carlés, ha asegurado que el perfil de las personas que demandan la ayuda de Cáritas ha cambiado mucho en los últimos años. Concretamente, según ha afirmado Carlés en el transcurso de una rueda de prensa, "se ha pasado de la tradicional persona transeúnte sin hogar al padre de familia sin trabajo de entre 35 y 50 años".
Braulio Carlés ha explicado que en 2008 el demandante de Cáritas era el inmigrante que no había conseguido el permiso de trabajo o tenía alguna desestructuración o "gente que salía del mundo de la delincuencia o de la cárcel y todos considerábamos como las pobrezas de siempre que nos llevaba a dar de comer diariamente a unas veinticinco o treinta personas".
Sin embargo, en estos momentos, según el delegado de Pastoral Social, aunque esos perfiles siguen estando y se corre el peligro de olvidarse de ellos, han aparecido perfiles nuevos "como es el del padre, la madre de familia, con dos o tres hijos que han perdido su puesto de trabajo, que son parados de larga duración, que no pueden hacer frente al pago de la hipoteca y están corriendo el riesgo de perder la vivienda, y las perspectivas que tienen son las de no encontrar trabajo". MENOS INMIGRANTES
Por otra parte, Braulio Carles ha asegurado que los datos demuestran que el número de inmigrantes que demandan la ayuda de Cáritas, "aunque sigan viniendo porque siempre van a vivir mejor aquí que en sus países de origen", está bajando como demuestran, por ejemplo, los datos que Cruz Roja y Accem tienen en su programa de Retorno para que esos inmigrantes vuelvan a sus países.
Además, según Carlés, en el proyecto de Restaurante Solidario o en el Albergue que funcionan en Guadalajara "antes atendíamos al 60 por ciento de población inmigrante y el 40 de población autóctona y ahora o bien están los porcentajes igualados o se atiende al 60 por ciento de autóctonos y el 40 de inmigrantes".
En cualquier caso, el delegado de Pastoral Social ha querido dejar claro que "aunque, las necesidades sean iguales para todos, el inmigrante no tiene la red social que tienen los españoles y lo tiene más difícil y, más aún, si debe seguir dando buena imagen en su país de origen mandando dinero e intentando demostrar que las cosas están bien aunque esté dentro de una red de personas sin hogar".
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