La verdad de albacete
La Sección Segunda de la Audiencia Provincial acogió ayer el juicio contra tres hombres de nacionalidad marroquí, para los que la acusación particular, representada por la letrada Estrella Toribio solicitó una pena de 42 años de prisión para cada uno, al considerarlos autores de dos violaciones intentadas y una consumada.
Una pena muy por encima de los 14 años de prisión, que pide el fiscal, Juan Francisco Ríos Pintado, por un delito de agresión sexual y otro de lesiones. El fiscal también solicita una pena de multa de 480 euros, indemnizaciones por valor de 6.270 euros y una orden de alejamiento de su presunta víctima, durante un plazo de diez años.
Por su parte, los tres abogados de la defensa, anunciaron su intención de solicitar la libre absolución de sus representados.
Los acusados
La vista comenzó con la declaración de los tres acusados, que negaron haber violado a la mujer. Ayudados de un traductor, los acusados explicaron que el 13 de julio de 2010 se encontraban los tres juntos y que tras beber una cerveza y un chupito de ponche en un bar, fueron a un 24 horas y compraron unas litronas y un litro de vino y tras bebérselo se montaron en el coche para dar una vuelta por Albacete, sin tener idea ninguno de mantener relaciones con una prostituta.
Según explicaron, al pasar por la zona de la estación, se encontraron con una mujer que les hizo señas para que pararan.
En ese instante, el acusado J.R., que conducía el vehículo, lo detuvo y tras explicarle la denunciante que era prostituta éste la invitó a que subiera para mantener sexo sólo con él. Algo en lo que no hubo total acuerdo, puesto que otros de los procesados dijo que J.R. le ofreció 50 euros por mantener relaciones con los tres.
Según J.R., la mujer le dijo que fueran al barrio de Las Seiscientas a comprar droga, algo a lo que él se negó porque «a las cuatro de la mañana allí me matan». Como empezaron a discutir el acusado le entregó 50 euros por los servicios que iba a prestar y según dijo se calmó. Sin embargo, al tomar la carretera de Murcia, los procesados aseguraron que intentó saltar en marcha del coche.
Por esta razón el acusado que iba detrás la agarró y le dijo al conductor que parara el coche. Según explicaron, al llegar se bajaron del vehículo el conductor y la prostituta, comenzando ésta a gritar «socorro». Según los acusados, la mujer sostenía los 50 euros en la mano, por lo que mantuvieron un forcejeo en la cuneta. «Ella cayó por la rampa -explicaba J.R.- y me eché encima de ella. Con una mano le agarré la mano (donde llevaba el dinero) y con la otra le tapaba la boca para que no gritara. Pude golpearla, estaba borracho».
Según los acusados, luego bajó el procesado que iba de copiloto y se puso a sepárales, llegando finalmente la policía, por lo que piloto y copiloto se dieron a la fuga. Siendo detenido en un principio el tercer acusado, que según dijeron no había bajado a la cuneta.
La víctima
La víctima reconoció que aquel 13 de julio ejercía la prostitución y que era adicta a la heroína y a la cocaína, pero que había cambiado su vida, que había formado una familia y que llevaba más de un año sin probar las drogas.
En cuanto a la noche de los hechos, explicó que ella estaba en la estación de autobuses, cuando llegó un coche con tres personas, que paró junto a ella, diciéndole el conductor, que era el único que hablaba español, que se montara atrás para hablar de trabajo, comentando el conductor que sólo él practicaría sexo.
Ella le dijo al conductor que fueran a un descampado en la carretera de Ayora, pero el acusado le dijo que quería ir a comprar cocaína y hachís a casa de un conocido en la zona de la Feria. Ella le dijo que no quería ir, que prefería hacer su trabajo y punto. «Yo no quise ir por drogas, porque luego te dicen que te han pagado con ella y no te dan el dinero». Para convencerla de que fuera hasta la Feria, el conductor le entregó 50 euros.
Sin embargo, en lugar de ir hacia la Feria, los acusados se dirigieron a la carretera de Murcia. «Me puse nerviosa, dije que me quería bajar, ellos hablaban en árabe. Al pasar por la gasolinera, bajé la ventanilla y chillé lo que pude, creí que no me habían oído y abrí para saltar en marcha. Me agarró el que estaba al lado mío». En ese momento el coche se detuvo. «El copiloto bajó, me cogió y me lanzó a la cuneta, caí rodando para abajo y se me cayeron las gafas. Yo estaba desorientado, me empezaron a dar puñetazos, me quitaron el dinero. Uno me agarró por las piernas, otro por la cabeza, me agarraron del cuello muy fuerte, yo pensaba que me iban a matar. Mientras uno me penetraba, otro me sujetaba por el cuello y la cabeza y el otro subía y bajaba para vigilar».
Según explicó cuando acabó el primero, bajó el que estaba vigilando y se intercambiaron el puesto. «Cuando terminó el segundo, el otro bajó y se cambiaron y el que me agarraba el cuello, se bajó la cremallera y me dijo que se la chupara, yo se la cogí para hacerle daño y me dio un puñetazo». Todo acabó instantes después con la llegada de la policía, que había sido alertada por un trabajador de la Lonja, que había escuchado los gritos de auxilio.
El juicio continuará hoy con nuevas declaraciones
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