Un Jurado Popular juzgará desde el próximo lunes en la Audiencia Provincial a Eugenio Bermejo, de 82 años el hombre que hace dos años asesinó y desmembró a su hermano menor, Crescencio, en la pequeña localidad de Buenaventura. La Fiscalía solicita para el acusado 15 años de reclusión por el asesinato más otros tres meses por una profanación de cadáver.
En su escrito de acusación, la fiscal reconoce al procesado las atenuantes de haber confesado el crimen tras cometerlo y de sufrir una alteración psíquica. Por esto último, propone que cumpla un internamiento «en un centro adecuado al tipo de alteración que padece por un tiempo máximo de 15 años».
La fiscal reconoce que el acusado «padece un trastorno delirante» por «la actitud de su hermano hacia él, que le hacía sentirse inferior, menospreciado». Esto le llevaba «a interpretar la realidad de una manera distorsionada y provoca que se vean afectadas sus capacidades de conocer y querer el alcance de sus actos».
Por otra parte, se reclama que el acusado indemnice con 300.000 euros, en concepto de responsabilidad civil, a la esposa y a la hija de su víctima.
El final de un largo conflicto.
Como es desgraciadamente habitual en muchas zonas rurales, la relación entre Eugenio y su hermano Crescencio llevaba agriada desde hace años por discusiones a cuenta del linde de sus respectivas tierras, que echaron abajo su vínculo fraternal.
En el día de los hechos, el 21 de abril de 2009, el acusado decidió dar muerte a su hermano. Según el relato de la fiscal, pasadas las cuatro de la tarde cogió en su casa una escopeta de caza y se dirigió al paraje de La Vega del Cuervo de Buenaventura sabiendo que Crescencio estaba allí. Este lugar está cerca de la urbanización El Buen Suceso y la residencia de ancianos Jardín de Gredos de la localidad. Una vez allí, tras asegurarse de que su víctima no tenía ninguna posibilidad de defenderse, le descerrajó un disparo en su muslo izquierdo a una distancia de entre uno y tres metros.
Crescencio murió desangrado. Después de asegurarse del fallecimiento, Eugenio cogió un hacha y le cortó la mano derecha «con evidente desprecio al cuerpo sin vida de su hermano», describe la fiscal.
Se dio la circunstancia de que fue el propio acusado el que avisó por teléfono a la Guardia Civil de lo sucedido, quedando detenido entonces. Los agentes también confiscaron el arma homicida y una nota manuscrita hallada junto al cadáver.
«Por desgracia los conocía bien», señalaba el mismo día en que sucedió el asesinato a este diario uno de los vecinos de la localidad, que como otros consultados conocía de los enfrentamientos entre los hermanos. Según este mismo testimonio, el presunto asesino había amenazado anteriormente a la víctima y atribuía al primero las malas relaciones.
Los vecinos coinciden en que la rivalidad entre los dos hermanos venía de lejos, pero el destino había reunido a en la vejez los dos hermanos en Buenaventura después que encaminaran de jóvenes su vida lejos del municipio. Eugenio trabajó como taxista en Madrid y se había construido recientemente una casa en esta población del Oeste provincial donde residía solo.
La víctima, en cambio, vivía fuera del municipio, ligando su vida profesional a la naturaleza, pero lo visitaba con frecuencia para cuidar de sus posesiones. Por eso no era raro encontrarlo en la finca donde su hermano le dio muerte.
El jurado popular ha declarado culpable a E.B.S., de 89 años de edad, de matar a su hermano, C.B.S., el 21 de abril de 2009 en la localidad de Buenaventura (Toledo), después de la vista oral celebrada este lunes en la Audiencia Provincial de Toledo.
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